sábado, 29 de mayo de 2010

Los Miedos

Esencialmente el miedo más grande era el de la muerte. Así es que sentía pánico de ver ballenas, de encontrarme en medio del mar con fuertes vientos, olas altas, o debajo de un remolcador. Ahora ya con un par de meses de millas náuticas en mis hombros, dada la experiencia y habilidad de Matt y los encuentros y relatos de otras familias navegando creo que el miedo más grande hoy es el de NO VIVIR. El mar no es tan impredecible, los medios de seguridad disponibles son extensos y bien si Colon descubrió America, El Mayflower llego a EEUU, Shackelton sobrevivió sus aventuras por el Polo Sur ¿Cómo nosotros en el 2010 no podremos recorrer las costas del Pacifico? Cada experiencia que nos ha tocado vivir buena o mala de todas ha salido una buena historia.

Abordando suenos!



El sueño de años de mi esposo; Matt y el mío... se hizo realidad el día que firmamos el contrato de compra de nuestro velero al que bautizamos con el nombre de “Endurance” que significa resistencia, fuerza, el ir mas allá de lo posible. Una embarcación que nos llevaría junto a mis dos hijas a recorrer parte del mundo de manera poco tradicional, o sea por las costas. Después de una búsqueda tenaz y desafiante en términos emocionales y financieros encontramos a “Endurance”. Emocionales porque iba más allá de mi comprensión y atentaba contra la estabilidad y la seguridad que da una casa, un automóvil, un trabajo, tierra firme. ¿Cómo es posible que siendo tan jóvenes dejemos de trabajar y nos vayamos de viaje? ¿Cómo es posible vivir con recursos limitados de agua, de luz? ¿Cómo es posible meter a la familia y nuestras cosas en un espacio tan pequeño? ¿Cómo es posible hacer una pausa tan larga en nuestras profesiones? Estas y muchas otras inquietudes me hacían dudar de tal atrevida aventura. Financieras; porque ahora deberíamos vivir con un presupuesto limitado y que en términos prácticos, estando en menos por un año. Además, ¿Qué pasaría después? ¿Debemos empezar nuevamente de cero, buscando empleo? ¿Sin ahorros?, sólo una pequeña pensión que posiblemente usaremos pasado los 65 anos. etc. La idea me parecía increíble, lo quería de verdad, pero mi escepticismo era gigante.


Tres fueron las consideraciones (además de un grado de estupidez) que nos impulsaron a tomar la decisión de llevar el sueño a cabo

  • La economía del EEUU se desmorono y con ello las empresas constructoras se vieron tremendamente afectadas. Por años, mi esposo permaneció en la industria con éxito y dada la sucesión de eventos del país sabíamos que vendrían tiempos difíciles para nosotros. Si nos quedábamos a la espera de un mejor año veríamos como nuestros ahorros y sueños se consumían con angustia. Es así es que decidimos que las condiciones estaban dadas para ejecutar nuestros planes y ver nuestros ahorros consumirse, pero esta vez con satisfacción o mejor dicho con alegría.

  • La edad de nuestras hijas, Samantha de 7 y Trinidad de 4. Si bien puede que no recuerden mucho de los lugares que visitamos, no hay duda que el mundo se les abre y el impacto en sus personalidades será enorme. Cultura, idioma, tradiciones, la relación de familia, la simplicidad de las cosas, la vida marina, la geografía, las comidas, la pobreza, los contrastes, etc.



  •  
    • La edad de nosotros, Matt en sus 40 y yo de 38, Si bien no tan jóvenes como nos gustaría, un año no es nada. Aun podemos reconstruir nuestras finanzas, las energías nos sobran para explorar, para vivir sin lujos y quien sabe que oportunidades nos depara el resto de nuestro viaje.

    Más aún, la necesidad de hacer algo diferente, de pasar tiempo con nuestras hijas cuando ellas lo necesitan y lo quieren era irresistible.

    El 10 de Noviembre después de muchos preparativos pusimos nuestro últimos bolsos, con lo mas imprescindible (termino relativo entre Matt y yo) cerramos la camioneta, las puertas de la casa y nos dirigimos a California donde se encontraba “Endurance”. Mi primer shock y desastre emocional fue al llegar al barco y ver que mi walking-closet se reducía a un compartimento de 5x20 cms que además debía compartirlo con un taladro, clavos, cuerdas, salvavidas y sopas. La cocina; con mesones largos, un refrigerador de dos puertas con hielera, 2 hornos, lavadora de platos se redujo a otro par de hoyos, una cocinilla de dos platos un hornito y ahora se llama “galera”, El baño con tina, ducha amplia con agua caliente, alta presión de agua ahora se reducía a una media ducha, o sea, un pie adentro y otro afuera en que las duchas (escasas) serian por etapas. Fue en ese momento que comprendí que no viajábamos en crucero, que esas imágenes no las imprimen en las revistas y que el lujo de este viaje era solo de ámbito espiritual.

    Esa noche dormí en el desencanto, pero al despertar algo sentí que estaba bien, tuve tanta fuerza que logre ver como se agrandaba el espacio, como cada cosa iba tomando lugar, como Matt sacaba sus herramientas del compartimento y como el barco me empezó a parecer mas hermoso, me sentí tan afortunada de estar en esta posición, disfrute cada minuto que estuvimos en San Diego, ahora sentía que acampábamos con un fenomenal estilo.

    Estuvimos un mes y algunos días en San Diego preparando el barco para salir, asegurándonos de tener todos los equipos de seguridad en su lugar. Hicimos programas de trabajo para asegurarnos tener todos los temas cubiertos. Nos abastecimos de alimentos, repuestos, libros para las niñitas, juguetes ad-hoc, suficiente material para manualidades, ropa, guías de navegación, equipos de snorkel, cámaras de video y fotográficas e incluso un par de kayaks para no perder oportunidades de interactuar con el mar. Fue bastante trabajo y hasta el día antes de salir yo le pedía a Matt que nos quedáramos un día mas para comprar un ítem adicional que nos podría hacer falta.

    Hubo mucho que no pudimos traer, hubo mucho que trajimos y no debimos. La determinación de Matt no deja de admirarme, sus fechas fueron precisas no me permitió extender la estadía en San Diego. A las dos de la mañana, el 15 de Diciembre sentí el motor de partida y las maniobras para salir del puerto. A las 6 de la mañana asomo mi cabeza por la escotilla para ver el amanecer y la costa de México en el horizonte. Con eso se acababa el stress de la preparación y ahora sentíamos la ansiedad de descubrir todo lo que se nos presentaría.

    La Ruta

    Inicialmente nuestros planes era viajar al sur por Baja California hasta Manzanillo y luego atravesar el Pacifico Sur pasando por las islas de la Polinesia hasta llegar a Australia. Pero tuvimos que reconsiderar la odisea y hoy nuestra intención es cruzar el Canal de Panamá y subir por el Caribe hasta llegar a Texas. En esto de la Navegación es todo una proposición, solo Dios, el clima y el banco disponen.


    Puerto de Salida
    San Diego, California
    Police Dock

     Los lugares recorridos y en orden son: 

    1. San Diego, EEUU

    2. Ensenada, México

    3. Isla Cedros, México

    4. Bahía Tortuga, México

    5. Bahía Asunción, México

    6. Bahía San Roque, México

    7. Bahía Santa Mariah, México

    8. Bahía Magdalena, México

    9. Cabo San Lucas, México

    10. San José del Cabo, México

    11. Bahía Los Frailes, México

    12. Bahía Los Muertos, México

    13. Balandra, México

    14. La Paz, México

    15. El Cordonal en Isla Todos los Santos, México

    16. Bahía Grande, Todos los Santos, México

    17. Mazatlán, México

    18. San Blas, México

    19. La Cruz de Huanacaxtle, México

    20. Chacala, México

    21. Puerto Vallarta, México

    22. Yelapa, México

    23. Bahía Tenacatita, México

    24. La Manzanilla, México

    25. Manzanillo (Las Hadas), México

    26. Zihuatanejo, México

    27. Acapulco, México

    28. Puerto Angel, México

    29. Huatulco México

    30. Acajutla, El Salvador

    31. Playa del Coco, Costa Rica

    32. Playa Potrero, Guanacaste, Costa Rica

    lunes, 24 de mayo de 2010

    San Diego, EEUU

    Bueno que mejor comienzo que la bella ciudad de San Diego. Estuvimos aproximadamente un mes dando vueltas entre la Marina de Chula Vista y los distintos puntos permitidos para anclar, hicimos algunas prácticas de rescate, probamos los equipos y nuestras limitaciones. Además nos aprovisionamos de alimentos, medicinas, repuestos y artículos de aseo. Cada centímetro disponible se llenó con lo indispensable, lo deseable y lo “por si acaso”. Fue un lujo vivir en un Yate con una vista panorámica de San Diego, el centro, sus luces, sus edificios y tan exquisita bahía.